domingo

Bravazo (1-0)

La Real Sociedad vence al Nástic de Tarragona, en un partido en el que la Real fue mejor, pero que se decidió por un solitario gol de falta de Claudio Bravo. Los txuri urdin siguen enganchados al coliderato.

¿Se ha vuelto el mundo loco? Esa era la pregunta que se hacían, seguramente, los más de 15.000 espectadores que se han dado cita en Anoeta cuando han visto a Claudio Bravo salir de su portería a falta de minuto y medio para el final de la primera parte y dirigirse al área contraria, donde Griezmann había logrado cobrar una falta muy peligrosa para los intereses txuri urdin. Reconozco que hasta yo me he echado las manos a la cabeza.

Acto seguido el recuerdo en la mente de Chilavert, aquel famoso portero de Paraguay que tiraba las faltas como nadie, y que de hecho le marcó a la Real. Bravo corriendo por el campo en dirección al balón. Ansotegi y Labaka hablando entre ellos preparando la posible defensa en caso de que fallara. Silencio en la grada. Miradas atónitas entre los espectadores. Bravo colocando el balón a escaso metro y medio de la frontal del área. Lío en la barrera. Momentos de desconcierto. Bravo coge carrerilla, dispara fuerte raso, golpea en un defensa y se cuela en la portería. ¿Surrealista, verdad? Pues es lo que pasó en Anoeta.

Era lo único que nos faltaba por ver. En la historia reciente de la Real Sociedad, y habría que ver en los cien años de existencia del club, ningún portero había marcado un gol, y menos el de la victoria de falta directa. Es verdad que en muchos entrenamientos, ya desde la pasada temporada, se había visto a Bravo ensayar este tipo de situaciones. Lo que no se podía llegar a pensar era que en un partido tan importante como éste, y con toda la segunda mitad todavía por jugar, entrenador y jugadores tomaran esa decisión; todo un punto de inflexión en el partido, que terminó por desatascar el juego de la Real, que a partir de ahí fue muy superior al Nástic.

Vuelta al esquema habitual

Esta vez Martín Lasarte se dejó de probaturas y volvió a lo habitual. El entrenador uruguayo volvió a jugar con dos hombres puros de banda como interiores y con el esquema habitual, que tan buen resultado le ha dado en la primera vuelta. Volvió Griezmann al once inicial y Aranburu a la posición de enganche. Así, la Real saltó a un gélido estadio de Anoeta con Bravo en portería, Carlos Martínez, Ansotegi, Labaka y De la Bella en defensa; Rivas y Elustondo en el doble pivote; con Griezmann y Nsue abiertos en banda, Aranburu de enganche y Carlos Bueno como único punta.

Por su parte Cesar Ferrando planteó un partido de batalla en el centro del campo, con la intención de tener el balón y buscar la velocidad de N’gal al que puso en punta. Ruben Pérez ocupó la portería, Fachan, Jorge, Biel Medina y Mingo jugarón en defensa; Medina y Miguel Angel ocuparon el doble pivote; Jose Mari y Redondo cayeron a banda, mientras Roberto García ejerció de enganche y N’gal de punta.

El partido comenzó frió, como la mañana. Ninguno de los dos equipos pareció querer la pelota en los minutos iniciales y el balón circulaba de uno a otro sin que ni tarraconenses ni donostiarras se impusieran sobre el césped. El centro del campo parecía desaparecido en esos primeros minutos, en los que la Real jugó más en largo que de costumbre. La consigna de Martín Lasarte parecía clara de cara a la primera parte: cada vez que el equipo se acercara a la frontal del área del Nástic, había que disparar.

Con el paso de los minutos, un par de acciones de ambos equipos lograron animar el partido, que pasó a convertirse de ida y vuelta. La Real logró tener más la pelota, templarla y jugarla con Rivas, Elustondo y Aranburu por bajo. El azpeitiarra jugó un gran partido y fue el motor txuri urdin en el centro del campo, al que bajó con asiduidad para dar salida al juego, y animar un poco la mañana. Cerca estuvo Carlos Martínez de meter el primer gol de cabeza en un centro de Griezmann desde la izquierda, que salvó Biel Medina sobre la misma raya de gol.

Poco a poco la Real se fue imponiendo sobre el terreno de juego a un Nástic que cuando tenía el balón, trataba de jugar por banda o tirar entre líneas con Roberto García. Pero bien De la Bella, que cuajó un buen partido en defensa, y bien Rivas se zafaron de lo lindo para que esos balones no llegaran a las inmediaciones del área de Claudio Bravo. El partido, de este modo, seguía a cero, cuando llegó la jugada del gol. Griezmann recogió un balón cerca del área, trató de hacerse un autopase y Jorge cargó contra él haciéndole falta. Acto seguido, lo dicho, Rivas que se da la vuelta, Bravo que corre hacia el balón, lo coloca, tira y gol. Anoeta se rindió a sus pies.

La Real pudo matar antes el partido

El gol de Claudio Bravo fue psicológico. La Real saltó al terreno de juego tras el descanso mucho mejor y cogió el peso del partido. Cerca estuvo Nsue de meter el segundo nada más comenzar, pero llegó forzado y con la presencia de un defensor del Nástic que hizo que mandara la pelota por encima del travesaño.

Cesar Ferrando no las tenía todas consigo. Jose Mari, que en la primera parte se había hecho daño, tuvo que ser sustituido nada más comenzar la segunda parte, ya que las molestias no le remitían. Un combativo Alex Cruz ocupó su lugar. Pero ni con ese cambio mejoró el juego del Nástic.

Entre tanto, Mikel Labaka vio la quinta tarjeta, lo que le hará cumplir ciclo la semana que viene, lo que puede hacer, si no se recupera Mikel González, que Martín Lasarte tenga que echar mano del central del filial Esnaola. Pero la Real siguió a lo suyo; manejando el balón y tratando de llegar arriba, aprovechando que el Nástic había echado sus líneas hacia delante. De nuevo pudo llegar el segundo, pero Aranburu falló en boca de gol, cuando lo más difícil era tirarla fuera. El balón llegó fuerte desde la banda, el azpeitiarra se tiró al suelo, y le dio en la punta de la bota desviando el balón por encima del larguero.

Aún y todo, el Nástic no se dio por vencido y trato de irse arriba. Las incorporaciones de Walter en banda derecha y de Parri por el centro llevaron peligro, pero la defensa de la Real no dejó que el Nástic tuviera oportunidades de gran peligro para empatar el partido. Lo intentaron entre líneas, por banda y mediante balones largos al corazón del área. Pero Labaka, Ansotegi y Rivas, por una parte, De la Bella, Carlos Martínez y Nsue que ayudó en defensa, por otra, y Claudio Bravo que salió muy bien a por los balones aéreos, no permitieron a los visitantes empatar el encuentro.

La expulsión del centrocampista, que fue reconvertido a central mediada la segunda parte, Medina, terminó por matar el partido para el Nástic, que con diez no logró crear apenas peligro. Markel y Songo’o entraron al final del partido para perder tiempo, y se dedicaron a asegurar la victoria, que pudo ser más holgada si Nsue no hubiera fallado un gran jugada colectiva a falta de cuatro minutos para el final. Agirretxe, que entró mediada la segunda parte por Bueno, tampoco hizo gran cosa. Su trabajó se limitó más a presionar la salida de balón visitante, y colaboró bien en ataque con el resto de compañeros.

De este modo, el encuentro finalizó con la victoria por la mínima de una Real que sigue en el coliderato, que mantiene los ocho puntos de diferencia respecto del Numancia, que viene pisando fuerte por detrás, y que viendo los resultados de los rivales directos puede seguir tranquila en su camino hacia la primera división. Y lo que es más importante, la Real logró una victoria sin su gran estrella, Xabi Prieto, quitándose un gran peso de encima, que sin duda dará moral al grupo para enfrentarse ahora a dos salidas duras, como son Girona y Huesca.

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